Javier Navarro Moragas

Tras el largo declinar de un ideario teocentrista el Hombre despierta, con las primeras luces del alba renacentista, al impulso ineludible de un antropocentrismo vivificador. Para expresar la poética de su nueva cosmología le fue preciso el recurso de unos medios que le permitieran dibujar los perfiles de su hechura renovada. Y el manifiesto artístico constituyó sin duda el vehículo de transmisión de ese nuevo ideario que abogó por el desentrañamiento de su nueva idiosincrasia de hombre libre y racional, expresada en los términos de una verdad irrefutable, universal… en un Tiempo detenido por toda la eternidad.

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