Javier Navarro Moragas
El maici es un serpenteante cauce fluvial que se vuelca al río Marmelos, el cual tributa sus aguas al generoso Madeira, quien finalmente entrega todo su caudal al majestuoso río Amazonas. Así sucede desde cientos de miles de años al noroeste de Brasil, en la cuenca tropical de la selva amazónica. A las orillas del Maici habitan los pirahã, una pequeña tribu que sobrevive al envite de las civilizaciones avanzadas manteniendo su cultura y su lengua originales intactas. Hace ya tres décadas Daniel L. Everett, por entonces un joven pastor predicador, viajó hasta aquel lugar con la misión de acercar la palabra de Jesús al pueblo indígena. Al objeto de traducir el Libro Sagrado a la lengua nativa, Daniel se aplicó en aprenderla. Pero aquella lengua llevaba implícita el germen de su cultura original, y en lugar de convertir a aquellas gentes lo que le ocurrió al joven reverendo fue que descubrió, a través de la sencilla alegría y sana espontaneidad del pueblo pirahã, la extraordinaria belleza de un orden natural que le conduciría a replantearse su propia fe. En palabras, hoy, de Everett: «He pasado de ser un firme creyente a un ateo».